He muerto varias veces

He muerto varias veces, y aún no he aprendido nada.
Aquí estoy de nuevo, dispuesto, tendido.

He muerto en reiteradas ocasiones,
de frente a este desierto de códigos.
He muerto de sus estímulos,
me han vaciado, me han relegado, me han circunscrito
en el área gris que es la muerte.

He muerto de la obligación de saciar mi insatisfacción
de los modos más funestos
de los más inconfesables modos,
para estar luego siempre disponible al llamado,
que es otra muerte, y nada más.

He muerto, tantas veces, de puro saber que estoy vivo
de constatar que eso no se extingue, de vislumbrarlo.
He muerto de las buenas noticias, de lo que
(alguien llamaría quizá) triunfos, porque aquí no quepo,
porque nadie cabe así, porque cuán poco vale la pena.

He muerto de compañías, porque me han mostrado territorios
que ni ellxs ni yo
se han atrevido a ocupar.
A veces ellxs, a veces yo.
La muerte llega igual.

He muerto de amor, pero no por amor.
De la necesidad imbécil, inocente e infantil del reconocimiento.
De las ganas de compañía, de los deseos.
De la prolongación infinita.
Del miedo.

He muerto de quererlo todo, y desplazarlo.
He muerto de mis contradicciones.
He muerto de mi ignorancia

He muerto borracho, drogado y vomitado.
Desafiando con altanería al cronómetro.
Queriendo inaugurar otro tiempo, otra forma del tiempo, otro modo del tiempo.

He muerto de buscarlo todo, de despreciarlo todo.
He muerto de las mujeres y de la música.

He muerto de estas sillas, y estas manos.
De que no cesen nunca de sucederse los compromisos.
He muerto de la concesión barata del tiempo liberado.
Yo no quiero tiempo liberado, yo quiero todo el tiempo.

He muerto por Hausmann en Santiago, o en la IX región.
De la infancia aniquilada,
de las opiniones fáciles,
de las conversaciones extinguidas

He muerto del trabajo, de su insoportable necesidad
Del tener y del deber
de lo ajeno del mundo.

He muerto de la potencia de este cuerpo
de las prisiones voluntarias
de la voluntad prisionera.
He muerto de la (im)potencia de este cuerpo.

He muerto de lo múltiple
de lo negado
de la historia, que es deuda.
He muerto del trabajo, de su insoportable necesidad.

He muerto tantas veces
y aún no he aprendido nada.
Aquí estoy de nuevo, dispuesto, tendido.

Deja un comentario