Mis amigos, les escribo desde un lugar inconcluso, como
cualquiera de los otros lugares que conocemos, a medio caminar, a medio mantener la postura
les mando todas las muestras de amor posibles al modo de un contrabando,
como un cargamento toneládico de sustancias meta-mentales o de armamento
queriendo generar revoluciones a la distancia, a voluntad y pulso,
con letras, con mates y porros, así y con el cariño de los que te mandan
largos correos detallando historias y estados del ánimo.
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La realidad es una,
o a lo mejor así lo entendí yo alguna vez hace años,
una y múltiple o tiene muchos nombres y colores, como un payaso andrógino o hecho de
fuegos artificiales, es una y desmembrada la realidad,
y parece ser que te persigue, te despide en los aeropuertos,
te la cruzas en el mercado
como la falta de sueño.
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Estoy como un animal que duerme tectónico
a la sombra del oxígeno y de las vueltas a la manzana
sobre un plano urbano.
Suave mi reposo, lento y grave como el de las nubes
oscuras, cargadas de lluvia y manía,
me desplazo reptando por los rincones
más estrechos y enviciados
apoyo manos y lengua, los pecados
y el antagonismo ejercido en el tiempo.
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Sucede que estoy como en un viaje de vuelta a la tierra
dando la vuelta al círculo a baja velocidad
sin prisa, pensando en silencio que quizás
ya he pasado por estos escenarios,
los puntos en la ruta con su familiaridad
las etapas de la vida y los ciclos de la historia.
k
La forma esférica del día a día entre la gente
me habla de un avanzar en círculos cada cierto tiempo,
de ahí la extrañeza que causa la
monotonía de las tensiones a nivel de pieles
y corazas.
hj
A medida que bajan las temperaturas,
y las pasiones actúan en tono pudoroso
moliendo el silencio de las mañanas lentamente,
también decantan los instintos artesanales
las ganas de hacer tiempo con los dedos,
de urdir ideas con formas sonoras,
todo bien despacio, sin tensar mucho la
espalda, hace frío, echando luz sobre espacios cerrados.
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Habitamos aquí y allá un espacio distópico
los bordes ridículos de una vida que siempre quisimos ajena
o surreal, una fantasía de mal gusto,
donde todas las clases de hambre se intersectan
la escala completa de los fríos que aguanta una cultura.
Dado el planeta de malentendidos al que nos ha tocado caer
vemos cómo de éste emanan trazos hermanables,
patrones y circunstancias que se repiten en partes
diferentes del continente.
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La policía está en todas partes
la soledad es estructura
la mala onda es norma de vida en común
junto con el hábito de llenarse el estómago con deudas y licores
y dejamos que se nos enfríen las ganas de baile y hueveo,
decimos estar cansados o sin dinero
lo creemos así, amoblando el espacio-tiempo con nuestra presencia
tiesa, minimizando los tonos de rojo en la pintura,
todo el día a punto de soltar una lágrima o un bostezo.